Mar 13, 2010

Very Bad Traductor

En Francia, mientras hacía cola para entrar a cine, oí de una pareja esta conversación.


- ¿Ya fuiste a ver Very Bad Trip?
- No sé cuál es... ¿Cómo se llama en francés?
- Very Bad Trip.
- … 
- Sí, el título original es The Hangover, “la gueule de bois”. 
-
- Pero aquí se llama Very Bad Trip.
- Pues no la he visto, pero ya no tengo ganas.


La sorpresa de la chica, que respondía con los puntos suspensivos ante las explicaciones de su novio, refleja bien lo curioso de una práctica muy francesa de traducir títulos de películas del inglés al inglés... masticado. 



Los latinoamericanos no podemos estar exactamente orgullosos de nuestras traducciones, basta mirar las comedias para darnos cuenta de nuestra ridiculez. La incompetencia ha reducido al despiste un buen número de películas. ¿Dónde está el policía? ¿El piloto? ¿El exorcista, el detective, el jurado, la nana, Santa Claus? Donde sea que estén, el tipo que tradujo los títulos nunca se enteró. Y para nosotros, al parecer, la gravedad de las enfermedades psiquiátricas es proporcional a la risa. Desde las academias de policía hasta los cielos de los dioses africanos, el adjetivo “loco” aparece en, por lo menos, la mitad del catálogo de comedias de Blockbuster.

A veces vamos más lejos. Mucho más lejos. Un solo ejemplo basta. Uno de mis primeros recuerdos de una ida al cine fue para ver una película gringa, en donde unos simios pilotean aviones de guerra al lado de Mathhew Broderick (ese dato lo supe luego, cuando ya había visto suficiente televisión para poder hacer conexiones inútiles entre actores). Todavía no sabía nada de títulos originales y de traductores ineptos, por lo que pareció completamente lógico que la película, que se trataba sobre un mico piloto, se llamara Mico piloto. O Mi copiloto. Ya no me acuerdo. 

En la televisión también tuvimos ingeniosos adefesios. Dos ejemplos de la era de Lee Majors, que algunos recuerdan como el final de los setenta y el principio de los ochenta, nos ofrecen joyas como El hombre nuclear (que resulta intraducible desde su título original, Six Million Dollar Man, porque tendría que adaptarse a la vergonzosa devaluación de cada país de América Latina) y la intrépidamente oficinesca Profesión: peligro

En Francia, claro, no se salvan de los esperpentos. Tomemos por ejemplo Los Magníficos. Allá, aunque Agence Tous Risques suene tonto, se las arreglaron para conservar las iniciales del A-Team original. En eso salieron bien librados. Lo que resulta inexplicable es que le cambien, porque sí, el nombre a los personajes, adaptándolos de manera caprichosa a un chiste que no es tan chistoso. El nombre de Mario Baracus, el personaje de Mr. T, no es familiar para nadie en Francia. Aquí a ese personaje se le conoce como “Barracuda”. Así es. Mario es Barracuda. A secas. ¿Y se acuerdan de Jimán (He-Man)? Pues para evitar el uso de palabras en idioma foráneo decidieron que ese señor, y la famosa serie que protagonizaba, se llamaría Musclor. En serio. Eso ni siquiera es francés. Ni inglés. Es como un latín bastardo.  

Es verdad que no podemos criticar a los franceses cuando recordamos títulos como Mi pobre angelito (en Francia Mamá, me dejó el avión) o cualquiera con la expresión “en apuros”. Pero, a diferencia de ellos, jamás hemos machacado una lengua que no sea la nuestra. Y en donde más practican los franceses el fino arte del inglés tramposo es en el cine. 

Se resisten a traducir los títulos al francés, pero como desconocen los matices y los recovecos del inglés (lo que no tiene nada de malo), tienen que arreglárselas con el vocabulario de la lesson number one. Así un titulo como Last Chance Harvey, que logra describir al protagonista de una comedia romántica sobre enamoramientos tardíos, se convierte en Last Chance for Love, una frase más sosa que una tarjeta para el día de la mujer. O Analyse This, con el que imaginamos toda la vehemencia de un traqueto neoyorquino  ante la posibilidad de una terapia de psicoanálisis, se convierte en Mafia Blues, un título con menos gracia que Robert DeNiro en las comedias. Otro caso convierte el espíritu fresco y jamaiquino de Cool Runnings en Rasta Rocket, una cacofonía sinsentido (sobre todo porque el rocket en cuestión nada tiene que ver con el alucinógeno misil del placard de Cerati). Y el elocuente Never Been Kissed de Drew Barrymore, que nos permite (menos mal) no ver la película para saber de qué se trata, se vuelve College Attitude, algo tan genérico como las películas de adolescentes. 

En general, por no meterse con modismos y conjugaciones que van más allá del basic english, los franceses pecan de simplistas. No obstante, ese hábito, que de por sí es un poco penoso, no alcanza a explicar lo que ocurrió al pobre Darth Vader

Ok, pronunciar el th en inglés no es natural para las lenguas romances. Nosotros elegimos remplazarlo por d, los francófonos por z. Está bien, la terminación de Vader hace que se pueda confundir con algún verbo en francés, y ya sabemos que eso da origen a chistes idiotas (basta soportar las genialidades que surgen de los viajes a Melgar). Y también es verdad que, no sólo por el actor que hace su voz, el tipo es más negro que blanco. 

Pero, ¿cómo se pasa del alusivo nombre de un padre oscuro e invasor, a algo tan ramplón y redundante como los nombres de los grupos escandinavos de metal? De haber sabido su alias en francés, me hubiera pasado lo mismo que a la chica que preguntó por Very Bad Trip. Porque, por maravillosa que sea una película, si me dicen que el villano se llama Dark Vador, se me van las ganas de verla.




1 comment:

  1. Spot on. Fabulantástico, completo y pertinente análisis de tan cotidiano -pero olvidado- tema.

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